Un viaje para descubrir tu verdadero ser atendiendo las creencia que te limitan

Lo que crees, lo creas.

Sobre este tema de creencias limitantes y crear tu mejor versión sabe un poco María José.  Esta colega, coach de desarrollo personal, tiene una manera divertida de ver la vida y apuesta porque ésta no tiene que ser difícil.  Antes, al contrario, cree que puede ser despreocupada y liviana.

Creencias

Tras el duro episodio vivido con el síncope, he podido ver algunas de mis más arraigadas creencias: 1. mi tránsito por la vida ha sido duro.  2. Si pido ayuda soy débil.  3. La debilidad es mala.  4. No estoy suficientemente evolucionada cuando, a estas alturas ya, no estoy creándome una vida más ligera.

Al margen de que pueda desprogramar dichas creencias, siguiendo métodos como Psyque-k, el sugerido por María José Argüelles, con quien tuve el placer de compartir una jornada muy enriquecedora hace unas semanas.

Digo: independientemente de que crea en que se pueden desprogramar o no, de manera sencilla o no, e independientemente de que decida hacerlo o no.  Lo que hoy voy a abordar es la confrontación de la secuencia descrita en un post anterior

Descubrir y atender creencias que una tiene

Creencia número 1:

Mi experiencia vital ha sido un poco más farragosa. 

Hay una generalización.  Hay una interpretación personal de los hechos.  Y una comparación con alguien que tiene una vida más fácil, pero ¿si me comparase con alguien que la tiene más difícil aún?…  No deja de ser un punto de vista, que se puede cambiar.

Creencias 2 y 3:

¿Cuál es mi problema con la debilidad?  

¡Por favor, qué alguien me lo diga!  

Toda la vida he basado mi valía en la productividad, en el cumplimiento de objetivos, en el logro académico y profesional.  He admirado a personas por sus conocimientos y habilidades.  Y en los últimos tiempos, cuando mi padre, gran referente y maestro, me mostró la debilidad humana en estado puro, es cuando he empezado a mirarla a la cara.

Si prescindimos de esos aspectos de las personas, ¿Qué nos queda? ¿Qué queda de ellas para admirar? ¿Qué queda de mí, destacable?  Te invito a que hagas tu propia reflexión al respecto y descubrirás cuántas creencias tiene nuestra sociedad arraigadas, sobre las que se sustenta esta falta de respeto por los mayores y todo el desprecio que hay hacia sus vidas ya poco útiles.

¿En qué basas tu valía?

Mientras vamos cambiando nuestra mentalidad y con ella nuestros valores, convendría que nos hiciésemos mirar este asunto de la valía personal para descubrir dónde la tenemos puesta.  Porque somos mucho más que un almacén de conocimientos, somos mucho más que un currículum, unos títulos y unas carreras, somos más que unas habilidades y más que unos músculos desarrollados, sin duda.

Pero ¿qué somos, entonces?  Muchos no lo saben, porque toda la vida nos hemos creído lo anterior, nos hemos identificado con ello.  Y así, bastante fácil, no me cuestiono nada más.  Solo tengo que esforzarme, sacar estudios, lograr ascensos, prosperar. 

¿Quiénes somos?

Ya no vale.  Este paradigma basado en la productividad y el esfuerzo tiene los días contados.  Y ¿qué nos va a quedar?  ¿En qué basaremos nuestro reconocimiento?  ¿Quiénes somos?  ¿Quién eres?, ¿te has parado a pensar?

Yo he reflexionado mucho sobre el tema, sí.  Pero sobre todo he meditado.  Porque pensando acabo enredándome y complicándome. 

Somos más que un cuerpo (por muy bello y físicamente desarrollado que esté), somos más que una mente (por muy inteligente que sea), somos más que lo que sentimos respecto a todo esto (por muy bien que lo gestione todo). 

Somos una conciencia universal. 

Somos la individuación de esta conciencia única.

Tenemos infinitas posibilidades en nuestra esencia. 

Exclusivos y limitados

Y vamos por la vida creyéndonos únicos, exclusivos, en oposición a los demás; cuando somos únicos (por el hecho de que no hay dos iguales), pero en conjunción con los demás, inclusivos, pues somos partes de un Todo mayor.

Y también vamos limitándonos, identificándonos con unos aspectos de nosotros a los que se ha venido dando importancia y valor, y perdiéndonos las muchas posibilidades que tenemos por desarrollar, porque ni las consideramos.

Vivir conscientemente

¿Y si fuese suficiente con estar vivo para darnos el valor que merecemos?  ¿Si no hubiese que hacer más méritos que simplemente vivir conscientemente?  Como los pájaros y las flores del campo…  Que desarrollan todo su potencial, no se comparan y no desean estar de ninguna otra forma.

Llegados a este punto, ¿dónde queda el valor dado a la fuerza, al hacer y el desprecio a la debilidad?   Creo que en la papelera.

Creencia número 4:

Con todo, queda también resuelta mi última falsa creencia, pues la vida resulta, no solo más fácil y ligera, sino infinitamente más divertida, creativa, desenfadada y abundante de lo que hubiéramos imaginado desde nuestra antigua perspectiva limitada. 

Y, muy importante, no necesito afanarme tanto, soy pura vida.  La vida me sostiene, me constituye.  Si se lo permito, seré vivida.  ¿Qué hice tras el colapso?  Nada.  La vida me hacía respirar y estar viva.   De lo que se trata, pues, únicamente es de estar presente en lo que acontece en el momento.

Mirar la vida con otros ojos

Por tanto, te invito a que te abras a ver la vida desde otro lugar, con otros ojos; que salgas de tus viejos patrones; que te atrevas a probar cosas nuevas, que te lleven a lugares nuevos, desde los que abrir tus miras.

La meditación es una de ellas, en la que confío plenamente.  ¿Te apetece darle una oportunidad? Aquí estoy para asistirte en la iniciación a la técnica de mirar hacia adentro para descubrir tu apasionante mundo interior.  Y desde ahí, dirigirte hacia el exterior con seguridad y confianza en ti y en la vida.

Y, si te gustan los atajos directos, ahí está María José Argüelles, una mujer chispeante, con una energía que te invita a la acción.  Asesora personal y mentora en manifestación consciente.  Para indagar más sobre cuestiones relacionadas con cambios de creencias autolimitantes de manera sencilla y directa.