Un reto, de atención plena, que te cambiará la vida

La atención plena o mindfulness es una práctica muy saludable, que puede cambiar tu vida de manera impresionante.  No requiere gasto alguno, ni esfuerzo, ni ninguna habilidad particular. Solo la determinación de ponerte a ello: observar cómo respiras, constancia para seguir haciéndolo a diario y la intención de atenderte. 

Te reto a que lo pruebes y me digas después de unos meses de práctica de Atención plena…

¡Uf!  ¡Qué cansancio, por favor!

Saturadas de estímulos, cansadas de hacer, agobiadas de la rutina, superadas…

Es lo más habitual en nuestra sociedad actual encontrarnos con personas así.  E incluso sentirnos así en algún momento.

Hay que… Tengo que…  Debería…

Hacer, hacer, hacer…

Llega a ser muy cansino.  Y, además, si te parases a pensar para qué.  Posiblemente te darías cuenta de que para nada.  Y en muchos casos para enfermar.

Haciendo sin parar no te ves en la necesidad de atender esos asuntos propios que claman por ser mirados (aburrimiento, tristeza, frustración, etc.)

Parece una buena excusa para no resolver cuestiones familiares o domésticas (estás ocupada, que se encargue otro/a de esos asuntos).

Alimentas el autoengaño y la autoexigencia en cuanto a ser productiva, útil, eficiente.

Me da miedo abrir la caja de los truenos

Todo por no mirarnos adentro.  Todo con tal de no sentir.  Por miedo a sentir dolor.  Ese dolor que pocas personas se atreven a mirar de frente.

A todos nos ha dado miedo alguna vez abrirnos a sentir.  Pero, te aseguro que si empiezas a airear tus miserias no querrás cesar en el empeño, pues cada vez verás más claridad en tu mente, más ligereza en tu cuerpo, más liviandad en tu ser y tendrás más alegría de vivir.

El camino puede resultar largo y, más o menos, arduo, pero en compañía todo es más llevadero.  Busca buenas compañeras de camino y ábrete a confiar en la vida y en ti misma, en tus capacidades y en tu fuerza para salir de las peores situaciones posibles.

No es de valientes no tener miedo, sino tener la voluntad de vencerlo.

Me gustaría mejorar, pero no sé cómo

La mayoría en este punto suelen preguntarse: ¿y cómo se hace eso?  ¿Cómo dejar de angustiarme, de padecer insomnio, de estresarme…?  ¿Cómo calmar mi mente parlanchina?

No voy a decir que la respiración lo soluciona todo, no.  Hay muchos factores que influyen en nuestras patologías y en los estados actuales tanto físicos como anímicos.  Pero sí que puedo afirmar que ayuda y mucho. 

Párate y respira

Tener una rutina diaria que incluya sentarte, calmarte, respirar conscientemente es tan beneficioso como comer adecuadamente o hacer ejercicio.  Tanto, que empiezan a implementarlo en empresas que quieren mejorar su productividad.  Porque la salud y el bienestar de los empleados revierte en la empresa.

Ojalá se haga pronto esa implementación en todos los colegios y escuelas.  No porque hagan niños más productivos, sino para que se conozcan mejor, aprendan a gestionar emociones, desarrollen la compasión y la amabilidad hacia ellos y sus semejantes.  Y así la sociedad evolucione hacia modelos más sostenibles.

Se solucionarían muchos males de raíz, la verdad.

La solución: respirar

¡No colapses!  Deja de hacer solo por unos minutos.  Empieza con 3 minutos y vete aumentando hasta 20 o hasta los que puedas.  No hacer es no hacer. Sentada o tumbada.  Solo atiende a tu respiración.  Observa cómo entra y sale el aire.  No hay nada que hacer. 

El aire entra y sale de manera natural de tu cuerpo sin que participes conscientemente.  Ahora por unos minutos, vas a poner la atención en cómo se produce eso: atiende a tu nariz y percibe la corriente de aire que entra, más o menos, fresca.  Sigue atendiendo a las fosas nasales y date cuenta de que la corriente al salir está más cálida.

Solo respira

Respira. Y, poco a poco, todo se calma.

Es cuestión de práctica y constancia.  Al igual que un músculo no se pone fuerte el primer día de entreno, nuestra mente no se aquieta con un día de respiración consciente, pero quien la sigue, lo consigue.  Ánimo.

Acepta el reto y en unas semanas me dices cómo te está yendo.

Aquí estoy para acompañarte en el entrenamiento de tu Atención plena, si lo crees necesario; sílbame y ya voy.