Releyendo un post anterior, me pregunto de dónde saco yo estas cosas, los conocimientos, la certeza…
Conocimientos
Siempre he sido muy curiosa, me gusta encontrar respuestas a las muchas preguntas que me cuestiono. Y más que preguntar por ahí (que también lo suelo hacer), donde suelo indagar es en las páginas de infinitos libros.
Hubo un tiempo en que llegó a ser un problema. Y no fue aquel en el que siendo adolescente mi abuela se preocupaba por mi cordura, pues temía que, como Don Quijote, perdiese la cabeza con tanta lectura. Sino más tarde, cuando descubrí que esta adicción, llamémosla así, enmascaraba una tremenda falta de seguridad en mí misma.
Todo conocimiento es poco. No estoy suficientemente preparada. Aún hay mucho por aprender…
Y entonces llegó la parálisis por análisis. La no acción por considerarme insuficiente. Por perseguir la perfección, dejas de hacer aquello que, sin tu juicio cruel e infundado, ya es suficiente.
La perfección es un ideal. Alguien te dijo cómo deberían ser las cosas (adecuadas, buenas, correctas, etc.) e incluso tú misma te lo exiges, te pones el listón tan alto que nunca llegas a ese punto.
No importa de dónde has sacado este afán de perfeccionismo. Date cuenta de que está ahí. Y date cuenta de cuánto te está limitando, cuánto imposibilita tu avance, pues por miedo a no estar a la altura dejas de hacer cosas que te apetecen y que se te dan muy bien.
Repito: esa altura ideal la has marcado tú. ¡Baja el listón, por favor! Eso te permitirá ser una imperfecta humana feliz. Y también aportar a otros mucho más de lo que imaginas.
Y una vez que has asumido que así está bien, que eres bastante buena repostera, fotógrafa, enfermera, entrenadora o ama de casa… Estás preparada de sobra. Ponte en acción.
Toma la decisión de realizar tu labor de la manera más consciente, fiel a ti misma y respetuosa con los demás que puedas. Y desde esta coherencia interna todo se dará, obtendrás grandes logros.
Certeza
En respuesta a la otra cuestión inicial: ¿de dónde sale la certeza? Ahora toca revelar mi otra fuente, que no es otra que la propia Fuente quien lo revela todo. Fuente, Consciencia Superior, Espíritu _denomínalo como quieras_.
Es algo que se escapa de mi entendimiento, de mi racionalidad, pero que sé que está ahí y sé que es Verdad.
Difícil de definir. Difícil de transmitir. Y tan profundo y transformador una vez que lo sueltas todo, te rindes y entregas a ello.
Has de abrirte a recibir, apartar resistencias. Aquieta tu mente, adopta una actitud curiosa y permítete atender con el corazón aquello que ha de ser escuchado en este momento.
Mucha gente al principio me dice que esto no es para ellos, que es imposible o que no tienen esa capacidad. Y yo les digo que es una capacidad que se entrena, una actitud que pueden adoptar y una bendición que alcanzarán si persisten en la aceptación de lo que es y la entrega a ese algo que está más allá de nuestros personajes, que nos trasciende y nos une.
Y una vez que llegas a este estado de consciencia, los conocimientos pasan a un segundo plano, ¿a quién le importan? No es broma, no es solo que relativizas todo, sino que la Verdad se impone y esa certeza inmensa anula todo lo demás. No hay mente, no hay emociones, no hay cuerpo.
En Conclusión:
Pero, como no nos quedamos todo el tiempo en este estado contemplativo, sino que seguimos habitando nuestro cuerpo y este planeta maravilloso y terrenal, sí, la mente y sus capacidades (tanto del hemisferio izquierdo como del derecho) para razonar, pensar, discernir, reflexionar, imaginar, crear, intuir nos son muy útiles para la vida, ¡muchas gracias por tus servicios, mente!
Lo importante es darle su reconocimiento y lugar _a la mente, digo_. Pero no todo el protagonismo. Recordemos que también tenemos un corazón, que durante mucho ha estado relegado a un segundo puesto, pero que ya se ha demostrado que si le concedemos su puesto original al frente de todo, nuestra vida funcionará más armónica y coherentemente.
Estoy preparada para facilitar tu entrenamiento, si así lo sientes y crees que puedo aportar.